Por Yaser Dagga

Siempre he creído que una empresa crece de verdad cuando su gente crece con ella. Las marcas no avanzan solo por las inversiones o por la tecnología que incorporan, sino por las personas que, día tras día, ponen su talento al servicio de un propósito común.

Y si queremos que ese propósito perdure, formar líderes dentro de la organización no es una opción: es una necesidad.

“El mejor legado de un líder no son los resultados que deja, sino las personas que logra inspirar para seguir construyendo.”, Yaser Arafat Dagga, empresario venezolano.

En mi experiencia, tanto en Frigilux como en Galería Avanti, he visto cómo el desarrollo interno de líderes ha marcado una diferencia real. Muchos de los gerentes, supervisores o coordinadores que hoy dirigen equipos comenzaron en roles operativos o administrativos. Su crecimiento ha sido posible gracias a algo que considero esencial en cualquier organización que quiera mantenerse en el tiempo: la mentoría.

El mentoring como cultura, no como programa

Cuando se habla de mentoring, muchos lo asocian con un plan formal o una serie de reuniones entre un jefe y su equipo. Pero en realidad, es mucho más que eso.

El mentoring es una forma de liderazgo basada en la escucha, el acompañamiento y el ejemplo. No se trata de decirle al otro qué hacer, sino de ayudarlo a descubrir cómo puede hacerlo mejor.

En nuestras empresas, esa cultura se ha formado con el tiempo, a través de la convivencia diaria y del compromiso genuino por enseñar. Cada colaborador con experiencia tiene la oportunidad, y también la responsabilidad, de guiar a quien viene detrás. No desde la jerarquía, sino desde el respeto mutuo.

“Un verdadero mentor no busca seguidores: busca más líderes.”, Yaser Arafat Dagga Muhd.

Esa mentalidad genera un efecto multiplicador. Cuando alguien siente que puede crecer, se compromete más con el trabajo, cuida más la marca y transmite esa confianza al cliente. El liderazgo se vuelve parte del ambiente, no un cargo en la firma.

Identificar y desarrollar el potencial oculto

Formar líderes también implica aprender a ver más allá del cargo o del currículo. A veces, el mejor líder no es quien más habla, sino quien más escucha; no quien da órdenes, sino quien sabe conectar al equipo.

En Frigilux, por ejemplo, he visto cómo trabajadores que empezaron en planta o en atención al cliente han demostrado una capacidad natural para resolver, motivar y coordinar. En lugar de limitar ese talento a una función, la meta siempre ha sido impulsarlo. La formación técnica se enseña; el liderazgo, en cambio, se cultiva con confianza y guía.

Por eso, creo que el mentoring no debe verse como una estrategia de Recursos Humanos, sino como una filosofía empresarial. Una manera de mirar a las personas no solo por lo que hacen, sino por lo que pueden llegar a ser.

El impacto en la cultura organizacional

Cuando una empresa promueve líderes desde adentro, está fortaleciendo su identidad. Cada nuevo líder que crece internamente entiende los valores, las metas y los desafíos desde la experiencia. Conoce la historia y, al mismo tiempo, se siente parte de construir el futuro.

Esto genera una cultura más sólida, porque cada decisión viene acompañada por un sentido de pertenencia real. Los colaboradores no actúan “por cumplir”, sino porque se sienten protagonistas. Y cuando el equipo se siente parte del propósito, la empresa se vuelve mucho más humana, más estable y más resiliente.

“No hay mejor inversión que formar personas que algún día puedan ocupar tu lugar, y hacerlo mejor que tú.”, Yaser Dagga, CEO de Galería Avanti.

Mentoring en acción: el ejemplo como herramienta

El mentoring no ocurre solo en reuniones o capacitaciones. Ocurre en el día a día: en cómo se enfrenta una dificultad, en cómo se reconoce un logro, en cómo se asume un error. Cada conversación es una oportunidad para guiar y enseñar con el ejemplo.

He aprendido que los equipos no se forman a base de instrucciones, sino de inspiración. Un líder que muestra coherencia, respeto y visión transmite mucho más que cualquier manual. Y esa coherencia es la que, con el tiempo, moldea la cultura y el talento interno.

Mirar hacia el futuro: líderes que multiplican valor

El gran reto del liderazgo empresarial actual no es solo dirigir, sino multiplicar valor. Las empresas que logren formar líderes empáticos, estratégicos y con visión de futuro serán las que perduren, sin importar los cambios del mercado.

En nuestro caso, ver crecer a colaboradores que hoy forman parte del liderazgo es una de las mayores satisfacciones. Saber que una persona que comenzó su carrera en una tienda, en un taller o en una oficina hoy tiene a su cargo equipos, proyectos y sueños, es la mejor muestra de que la mentoría sí transforma.

Formar líderes no se trata de preparar reemplazos, sino de asegurar continuidad. Y en tiempos donde todo cambia tan rápido, la continuidad no se impone: se inspira.

“Una empresa solo puede crecer al ritmo en que crecen las personas que la sostienen. Por eso, el verdadero liderazgo no se mide en cifras, sino en legado.”