Cuando hablamos del éxito de una marca, muchos piensan primero en estrategias de marketing, precios competitivos o fechas de lanzamiento. Y sí, todo eso suma. Pero hay un elemento que se suele subestimar, y que para mí ha sido clave en la construcción de todas las empresas que lidero: el diseño.

El diseño es más que estética. Es identidad. Es lo que hace que un espacio no sea solo un lugar, sino una sensación. Lo que convierte un producto en una experiencia. Lo que transforma una compra en un recuerdo. Y cuando una marca logra eso, deja de ser una opción para convertirse en la elección.

“El diseño no es un adorno: es el lenguaje silencioso que le habla al cerebro del cliente”, Yaser Dagga, CEO de Galería Avanti y presidente de Frigilux

Esta frase refleja cómo entiendo el diseño dentro del mundo empresarial. Y es un principio que aplico, con el mismo entusiasmo, tanto en Frigilux como en Galería Avanti.

El diseño como experiencia emocional

El diseño es una conversación emocional entre la marca y el cliente. A través de él, podemos transmitir valores, generar confianza, activar recuerdos o incluso sugerir comportamientos. Y no hablo solo de lo visual, hablo también de lo sensorial: el tacto de un producto, los colores de un ambiente, el aroma sutil en un espacio, la música que acompaña el recorrido. Nada de eso es casual.

En Galería Avanti, por ejemplo, cada piso fue planeado no solo para mostrar productos, sino para inspirar estilos de vida. Y eso lo logramos apoyándonos en el diseño integral: desde la arquitectura y la iluminación, hasta los visuales, las sensaciones y las pequeñas referencias que hacen que una persona piense: “Aquí siento que pertenezco”.

“Una tienda no se recuerda por lo que vende, sino por lo que hace sentir”. Afirmó Dagga.

Y en un mundo donde las opciones son infinitas y los precios compiten, el diseño, bien cuidado, se convierte en una ventaja imposible de copiar.

El diseño efectivo no es lo bonito: es lo coherente

He visto negocios obsesionarse con lo estético, con lo vistoso, con lo “instagramable”. Y claro, eso atrae atención, pero no necesariamente construye lealtad.

El diseño efectivo no es el que llama la atención, sino el que construye confianza y coherencia. Es el diseño que respira la personalidad de la marca en cada detalle: desde el logo hasta la forma de entregar un pedido. Desde el etiquetado hasta el saludo del equipo de ventas.

En Frigilux, por ejemplo, no diseñamos electrodomésticos solo para que funcionen: los diseñamos para que se vean bien en casa, para que transmitan calidad desde su forma, para que el usuario perciba que hay compromiso por el detalle. Porque eso también hace parte de la experiencia de marca.

“El cliente no siempre sabe explicar el porqué, pero sí sabe cuándo algo está bien hecho. Eso es lo más poderoso del diseño: su capacidad de convencer sin palabras.”

Diseñar es evolucionar

Una marca que se queda con el mismo diseño “porque siempre ha sido así” está condenada a envejecer. Y no hablo solo de rediseñar logos cada cinco años, sino de evolucionar desde el interior: desde la forma de mostrar un producto, hasta la manera de escribir un mensaje en redes sociales.

“Si el mercado cambia, el diseño debe ser la primera señal de que entendimos ese cambio. El diseño es adaptación. Y también es responsabilidad. Una marca que se actualiza está diciendo: Estamos atentos. Nos importa estar conectados con nuestros clientes.” comentó Yaser Arafat Dagga.

Lo aprendí con Avanti: cada mejora de diseño en nuestras tiendas ha sido una respuesta a lo que el cliente necesitaba, más que a lo que estaba de moda.

¿Cómo integrar el diseño como parte del ADN empresarial?

Mi consejo para cualquier marca, grande o pequeña, es este: conéctalo todo a un propósito. No diseñes por diseñar. Diseña para comunicar, para emocionar, para construir.

  • Piensa el diseño como una promesa visual y emocional de quién eres.
  • Asegúrate de que cada espacio, pieza o empaque hable tú mismo idioma.
  • Y si algún diseño ya no dice lo que quieres parecer, es hora de reinventarlo.

Porque al final, el diseño es una herramienta para construir vínculos. Una forma de hacer que el cliente no solo compre, sino que confíe. Que no solo visite, sino que vuelva.

“Cuando el diseño se cuida, el cliente lo nota. Incluso si no puede describirlo, lo siente y lo agradece. Para mí, ese es el verdadero poder del diseño: construir una marca que no solo se vea bien, sino que se sienta bien” finalizó el empresario Yaser Dagga Muhd.