Por Yaser DaggaEmpresario venezolano | CEO & presidente corporativo

Si hay algo que he comprobado a lo largo de los años, es que el entorno nunca se queda quieto. Cambian los mercados, cambian los hábitos de consumo, cambian los desafíos. Y en ese constante movimiento, una de las habilidades más valiosas que he debido cultivar ha sido mantener el enfoque.

Porque en el mundo empresarial no se trata solo de adaptarse, sino de hacerlo con dirección. No se trata únicamente de reaccionar, sino de saber hacia dónde vas, incluso cuando el panorama no es claro.

En esta reflexión, quiero compartir cómo enfrento esa dinámica desde mi propia experiencia: como empresario, como líder de equipos y, sobre todo, como persona. Porque detrás de las decisiones, los planes y las estrategias, también hay rutinas, hábitos, dudas y aprendizajes. Hay un estilo de vida que se construye todos los días.

Empezar el día con dirección, no con prisa

Durante mucho tiempo viví con la sensación de que mientras más rápido empezara el día, más productivo sería. Hasta que entendí que no se trata de correr, sino de avanzar con intención.

Hoy, una de mis rutinas más importantes es comenzar cada mañana con unos minutos de reflexión. No frente al teléfono, no respondiendo llamadas, sino pensando con claridad: ¿Cuál es mi prioridad hoy? ¿Dónde debo enfocar mi energía?

Ese momento me ayuda a diferenciar lo urgente de lo importante. Me recuerda que, en el ruido de lo cotidiano, tener claro el “para qué” hace la diferencia.

Yaser Dagga Vida Empresarial

Proteger el equilibrio no es un lujo, es una necesidad

En los negocios, hay una creencia muy extendida: que el éxito requiere sacrificarse todo el tiempo, vivir para el trabajo, estar siempre disponible. Y aunque es cierto que el compromiso y el esfuerzo son parte del camino, también he aprendido que la desconexión es parte de la productividad.

He tenido que aprender a tomarme pausas reales. Leer algo fuera del ámbito empresarial, conversar, compartir tiempo de calidad con mi familia. Incluso simplemente desconectarme unas horas sin sentir culpa.

No se trata de alejarse del negocio, sino de construir un estilo de vida donde el bienestar sea una fuente de claridad. Y, desde esa claridad, tomar mejores decisiones.

Rodéate de personas que aporten visión, no ruido

Una de las decisiones más importantes que he tomado como líder es elegir bien a las personas que me rodean. En entornos cambiantes, donde hay exceso de información, opiniones, tendencias y presiones, tener un equipo que te ayude a pensar con perspectiva es invaluable.

He aprendido a valorar más la calidad de las conversaciones que la cantidad de reuniones. A rodearme de personas con criterio, con visión crítica, con ideas diferentes, pero con valores comunes.

No todo el mundo suma. Y parte del enfoque también está en aprender a escuchar a quien realmente te ayuda a ver mejor.

Aceptar que adaptarse no es perder el rumbo

Hay una línea muy delgada entre mantener el enfoque y volverse rígido. Con el tiempo entendí que enfocarse también es tener la humildad de ajustar el camino cuando el entorno lo exige.

He tenido que replantear estrategias, cambiar prioridades, reformular ideas que parecían inamovibles. Pero cada vez que lo hice con claridad, no fue una pérdida de rumbo, sino una reafirmación del propósito.

En un entorno cambiante, ser flexible no significa improvisar. Significa tener la capacidad de recalibrar sin perder la esencia. Y esa es una práctica que no termina nunca.

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Volver constantemente al propósito

Cuando todo se mueve, y a veces parece que todo cambia al mismo tiempo, hay una pregunta que me sirve: ¿Para qué estoy haciendo esto?

Volver a ese “para qué” me conecta con lo verdaderamente importante. Me recuerda que las metas no son solo números, sino impacto. Que los resultados no son sostenibles si no están alineados con un propósito claro. Y que liderar, en el fondo, es tener la capacidad de actuar con coherencia, incluso en la incertidumbre.

Mantener el enfoque es una práctica que se construye día a día, con hábitos, con decisiones pequeñas, con disciplina, pero también con humanidad.

A veces me preguntan cómo se mantiene la claridad cuando todo cambia. Y mi respuesta siempre es la misma: volviendo a lo importante, a donde todo inició. Tu propósito, valores, visión; a tu manera de entender el liderazgo y el compromiso.

El estilo de vida empresarial no es solo una forma de trabajar, es una forma de vivir. Y si algo he aprendido en este camino, es que el verdadero enfoque no es el que te aísla del cambio, sino el que te permite atravesarlo sin perderte.

Yaser Arafat Dagga.